Thursday, November 10, 2005

CARLOTA BRAVO

Evocando a Lucha: Me puedo calificar como una alumna “tardía” en tanto que no tuve la suerte de comenzar mi formación pianística con ella, pues mis propias circunstancias así lo determinaron. No obstante esta condición particular, llego a sus manos con todos los problemas y defectos pianísticos y musicales que ella supo, con extraordinario profesionalismo, corregir y resolver. Los años que estudié con Lucha fueron de aprendizaje vivo, intenso, pues yo tenía mucha premura y avidez por hacer bien las cosas: yo era profesora, pues era graduada en Educación Musical, y eso me exigía doblemente. Mi maestra sabía de todo esto y me valoraba, me orientaba y me hacía valiente a pesar de tantas dificultades personales; ella sabía de mis limitaciones, pero destacaba mis cualidades y resolvía mi autoestima. La majestad del maestro se evalúa así: generosidad, paciencia y tolerancia, ética e inteligencia y conocimiento de lo que enseña. Este es el perfil de mi maestra admirada y querida. Lucha se constituye para mí en un ejemplo de vida, sabiduría y grandeza. Su proyección se multiplica en nosotros, sus alumnos, pues su trascendencia va más allá de lo pianístico y musical, pues la relación humana que establecía con cada alumno le permitía entender el efecto multiplicador mediante el trabajo dedicado y cuidadoso, pues no sólo estaba formando a un pianista, sino a un futuro maestro y sobre todo, a un ser humano y que luego formará a otros seres humanos. Actualmente enseño la especialidad de Piano en el Conservatorio Nacional de Música y me siento proyección de lucha; percibo que logro, que me entrego y que doy lo mejor. Carlota Bravo 26-04-05