Saturday, November 12, 2005

PILAR ZÚÑIGA

Resulta muy difícil hablar de quien, por gracia de Dios, tiene uno tan cerca. Dimensionar la personalidad de la artista, así como objetivar la calidad de maestra se torna casi imposible en mi caso. Las cortas líneas que escriba serán absolutamente subjetivas y estarán teñidas por el gran amor que Luchita supo despertar en mí. Amor por la vida, aunque pocos conozcan una historia tan difícil y ejemplar que no seré yo quien revele. Su amor inmenso por Marquitos, su hijo; su tesón, su dignidad, su jamás desfallecer ante la dificultad. Ese rasgo, que de manera más transparente he podido vivenciar en ella, supera todos sus otros talentos y conocimientos. Una sensibilidad tan desarrollada en ella no es casual, proviniendo de una familia de artistas: su padre escultor maravilloso; su madre, pianista privilegiada. Cada frase musical, para la pianista y maestra, tenía y “debía tener” un sentido. Había que encontrarlo, si queríamos, como intérpretes, sacar a la obra lo que el compositor nos quería decir, cosa que ella adivina con una intuición que va más allá de lo que se pueda estudiar en los libros. Más, siempre más, lo que fuera “nuestra” inspiración (basada en la técnica más completa, la gradualidad de repertorio más adecuada y ese su saber a cabalidad que “esta obra es para ti, Pilarcita”… Era tan fácil hacerlo guiado por ella. Si algo rescato para quienes me toca formar es saber que a cada cual corresponde un repertorio según sus fortalezas, debilidades; en fin, según nuestras individualidades únicas e irrepetibles. Y algo que siempre comenta Lucha con humor: “Para hacer bien ese romántico te falta almanaques, todavía”. Frases de una mujer sabia que vive la vida intensamente hasta el día de hoy. Qué delicia es poder conversar con ella por teléfono por lo menos una vez a la semana; vernos en los conciertos; saberlo todo de nuestras vidas: nuestros gustos y disgustos. Nuestras rabietas, porque en eso nos parecemos mucho, que se esfuman en un dos por tres cuando las compartimos. Y ella, con esa sabiduría que la caracteriza me dice: “Todo se ha perdido menos el humor, Pilarcita”. Te has prodigado tanto conmigo, con mi familia, con mis hijos, con mi nieto. Nos has dado tantas alegrías, que sólo le pido a Dios nos permita seguirte disfrutando, maestra de maestras. Gracias, Luchita, sólo gracias, siempre gracias. Por hacer de nosotras las profesionales que somos. Por habernos convocado siempre y seguirlo haciendo, en torno a ti. Porque los mejores pianistas salieron de tus manos y por el orgullo de contarme entre ellos. Porque maravillosos seres humanos formaste; y en mí, se que pusiste un amor y dedicación especiales. Te quiero mucho, Luchita, con ese amor puro que sólo se entrega desde los cuatro años. PILAR ZÚÑIGA

Thursday, November 10, 2005

ANA TOGUCHI

Mi maestra Luchita Negri es una de las razones que tengo para mirar al cielo y dar gracias a Dios por ponerla en mi camino. Como mi maestra que la iba a entender mi alma y que me iba a transmitir su amor por la música. Sin importarle el excesivo sudor de mis manos, trabajó conmigo como con las más aptas de sus alumnas, dándome todo lo que poseía de amor y conocimiento del piano y la música. Hizo que descubriese mis condiciones para enseñar como un medio de subsistencia. Por eso ella, mi “sensei de piano”, como la llamábamos en casa, tornó diferente mi vida. Logró hacerme sentir necesaria y útil, haciéndome descubrir una profunda vocación de maestra. Soy testigo del regocijo con que veía el florecimiento de cada uno de sus alumnos. Mi padre me dio un día: “Recuerda siempre a quien te enseñó lo que has aprendido de piano y de música” y yo digo que ella fue mi maestra y guía aún en más cosas. Me dio su sabiduría con bondad, a través de sus consejos. De ella aprendí a luchar, a ver que la vida siempre trae luces y alegrías. Fui testigo de su inmenso amor por su hijo Marquitos. Este niño que vivió más de treinta años había nacido autista. Su madre nunca desfalleció al cuidarlo amorosamente, a pesar de tener que cumplir tan consagradamente con su labor de maestra de tantos alumnos; guardo en mi corazón muchos bellos y felices recuerdos de cuanto compartimos. Agradezco su interés abnegado por los que tuvimos la suerte de ser sus alumnos y por todo lo que recibí de ella, mi inolvidable “sensei”. ANA TOGUCHI 26/04/05

MARÍA JULIA LA ROSA

A mi maestra Sra. Lucha Fue la última que tuve en el Conservatorio nacional de Música y fue bajo su dirección que me gradué: Los estudios que realicé con mi maestra, Sra. Luchita, fueron sobre todo de ampliación de programa. Dotada de una gran paciencia, siempre tuvo palabras de aliento cuando me “embarcaba a estudiar” alguna obra que por estar fuera de programa eran siempre muy difíciles. Siempre le comenté que lo que anhelaba era ser una buena maestra de piano y creo que con su ayuda y esfuerzo lo estoy logrando. Gracias Sra. Luchita por haberme recibido todos lo Miércoles que eran mis días de clase, con su sonrisa de cariño hacia mi persona y que me inspiraba una gran confianza y ese trato dulce y amable que nunca lo olvidaré. Con el agradecimiento más profundo de mi corazón. María Julia la Rosa

MIRYAM ÁVALOS

2 de mayo de l2005 Hay seres humanos cuyas vidas son ejemplo e inspiración extraordinarios para todos los que tiene el privilegio de conocerlos. La maestra Luisa Negri es uno de estos seres extraordinarios, y yo, uno de los privilegiados. Comencé a estudiar con Luisa Negri en el CNM, a la tierna edad de tres años. Ella supo guiarme con sabia pedagogía y la psicología adecuada a mi edad, y con el entusiasmo contagioso que una artista de su calidad puede brindar a una criatura. A través de mis años en el Conservatorio, Luisa Negri no sólo fue mi maestra, fue mi mejor amiga. Ella me dio un apoyo personal total, sea en los momentos felices como en los difíciles. Incontables son las bolsitas de caramelos después e cada recital de niña; incontables son las veces cuando me llevaba al Conservatorio o me traía de regreso a mi casa; incontables son las veces cuando me permitía estudiar el piano en su casa (ella me dio la llave de su estudio para que yo entrara y saliera con toda libertad); inolvidable su energía y empuje para que me graduara y saliera al extranjero a continuar mis estudios de piano. Sus lecciones de piano eran experiencias artísticas profundas, donde la musicalidad, la comunicación emocional y la integridad artística reinaba, donde la mecánica pianística se desarrollaba al servicio de la música. Ella no imponía su versión artística de una obra en sus alumnos, sino que motivaba al alumno a descubrir al artista en sí mismo, y ayudaba a que esa personalidad artística germinara y desarrollara independientemente, La obra y misión de Luisa Negri no termina en las generaciones de alumnos como yo, a los cuales ella enseñó directamente, a los cuales ella entregó su cuerpo y alma por amor a la música y por amor a sus alumnos mismos. Su obra y misión se extienden en el futuro. Nosotros, sus alumnos, llevamos ese sello de Luisa Negri. Yo he tenido la fortuna de estudiar con grandes maestros en el Perú, en Estados Unidos y en Europa. Hay maestros de piano, y hay maestros que enseñan aún más, pues enseñan al alma. LN es maestra de almas, y entre ellos, Luisa Negri es maestra de maestros. Con cariño y gratitud, Miryam Ávalos Teie

MARÍA DEL ACRMEN MONTES

Recordando a Luchita: ……….. “Los mejores alumnos estudian con ella”…….., se hablaba por los pasillos de nuestro Conservatorio; conversaba mucho con el Director, el maestro Carlos Sánchez Málaga; la veía como inalcanzable. Llego a sus manos, al ser asignada como alumna, por dirección académica al retirarse mi anterior profesor. ¡Me transformó! Ahora que soy maestra entiendo la magnitud de su trabajo ¡Qué fácil es comenzar de cero; qué difícil es modificar, transformar, corregir tanta cosa mal hecha! Cómo convencer a alguien que lo que hace no es lo correcto. Fueron siete años de entrega total. Cuando se nos hacía pequeño el tiempo de clases en el Conservatorio, ella me daba clases en su casa ¡a las seis de la mañana!, antes de atender a su adorado Marquitos (su hijo). No permitió que me promoviera sin haber logrado reconstruir la técnica que necesitaba. Me escogía repertorio con sabiduría, y no solamente enseñaba piano sino que conducía la vida emocional de sus alumnos; no sólo lo académico, sino guía del alma, del espíritu. Nunca hubo retribución económica por tantas clases particulares. Recuerdo como si fuera hoy el año 1972, en el que Lucha gradúa en el mes de diciembre a tres alumnas: Lily Hung, el 9 de diciembre, Pilar Zúñiga el 12 y yo el 15. En la temporada de verano de la Sinfónica en 1973, tocó Gustavo La Cruz; luego Rosa Basurco, Pilar y yo con el “Carnaval de los Animales” de Camile Saint Saens. Actualmente ejerzo mi profesión musical como correpetidora de las orquestras de cuerdas y coro del Colegio Roosevelt, doy clases de piano y siento valoración de quienes me escuchan; percibo que hago un trabajo de calidad. En la docencia trato de proyectar la paciencia y tenacidad que tuvo Lucha conmigo, los valores que me inculcó, no sólo pianísticos sino humanos. Gracias, Luchita María del Carmen Montes.

OSWALDO KUAN

Lima, 23 de mayo del 2005 La maestra Luisa Negri… Luisa Negri, gran pianista e ilustre forjadora de pianistas, recibe el muy honroso título de maestra por dos razones fundamentales: en primer término, por ser el tratamiento que reciben los músicos, sobretodo aquellos cuyo arte trasciende y se extiende en forma sobresaliente a toda la comunidad, y en segundo lugar, por su alta función formativa de músicos. Sin embargo, quisiera referirme a una tercera razón, quizás más importante y menos reconocida por quienes no conocen personalmente a Luisa Negri, y que ella ostenta y ha alcanzado con enorme sacrificio: ella es una maestra de la vida. Las circunstancias del destino hicieron que la maternidad de Luisa Negri fuese más abnegada que la del resto de las madres. Su único hijo, Marcos, vivió más de cuatro décadas encerrado en la celda del autismo, atendido únicamente por el insustituible amor de su madre. Quizás radique allí la razón por la que la dimensión humana de Luisa Negri adquirió tan elevados contornos. Las tres razones aludidas: su condición de distinguida maestra en el arte musical, su infatigable labor formativa al guiar a los más destacados pianistas y músicos de nuestro medio, y sus altas calidades humanas y perenne ejemplo para las nuevas generaciones de artistas, me impelen a apoyar sin vacilaciones el pedido para que el Perú reconozca con justicia y públicamente los grandes méritos de Luisa Negri y la distinga con las Palmas Artísticas. Oswaldo Kuan Coro Nacional de Niños del Perú Director

GUSTAVO LA CRUZ

¿QUIÉN ES LUISA NEGRI? La última descendiente de una pareja de artistas no podía resultar otra cosa que una gran maestra del arte, musical en este caso. Maestros hay mucho, profesores, bastantes, buenos profesores algunos, mas excelentes profesores son unos pocos privilegiados que, a su vez, convierten en privilegiados a los pupilos que han tenido la suerte –casi de lotería- de caer en sus manos. Este es el caso nada menos que de Luisa Negri, excelente profesora cuyos méritos sobrepasan los límites no sólo nacionales sino incluso –me atrevo a decirlo sin temor- continentales. Luego de gozar de diez años de impecable y pulidora formación pianística bajo su dirección –en los que la combinación de la corrección austriaca, la candidez francesa, el ímpetu italiano (no pocas veces necesario!) y el temperamento fogoso latinoamericano hacen de ella la fusión ideal para una maestra ejemplar y el ser huma no infinitamente noble-tuve la suerte de venir a Berlín, Alemania a continuar estudios con el profesor Georg Sava, resultando éste con una suerte no menor que la mía, lo cual lo manifestó después de un año de mi permanencia y estudios bajo su custodia con las siguientes palabras: “Te deseo mucha suerte y equilibrio anímico para el concierto; ah! y lo más importante: agradécele a tu profesora del Perú por haberme enviado un alumno tan bien formado”…Las palabras hablan por sí. Cuán grande no sería mi sorpresa y alegría, cuando casi 12 años después de estas frases célebres de mi profesor en Berlín, participando en el concurso Maria Callas en Atenas, Grecia, luego de la Semifinal y habiendo recibido ya la noticia de ser finalista, el Presidente del Jurado, George Sandor, me preguntó quiénes fueron mis profesores; al momento de mencionar a LN como “mi maestra en el Perú” se expresó de ella con una mezcla de alegría, respeto y admiración. Esto es una prueba de que lo afirmado en el acápite anterior, respecto a las fronteras continentales, es la verdad sin exageraciones que nos emociona y enorgullece. Luisa Negri no es sólo una excelente profesora sino igualmente un ser humano en el extenso sentido del vocablo; maestra severa y pulcra en el momento de transmitir conocimientos, paralelamente amiga y consejera cuando alguno de nosotros, sus alumnos lo necesitaba. Ejemplar persona que desde los primeros contactos supo ganarse enteramente el cariño de los que la rodean, sobre todo de sus pupilos, para quienes fue y sigue siendo una especie de “madre musical” que recordamos siempre con una gratitud y cordialidad muy grandes. L a Providencia nos envió U n ser humano excepcional I ncomparable, que ofreció S u vida al mundo musical A bnegadamente y con Dedicación. N unca pasarás al olvido E n este mundo tan movido. G ozarás de la gracias de Dio, R ecodarémoste en augurios, I nfinita gratitud y admiración. Para Lucha Negri con mi cariño y gratitud eternos con motivo del Homenaje de Palmas Magisteriales. César Gustavo La Cruz.

FRANK TEMOCHE

Breve reseña a la Maestra Luisa Negri La señora Luisa Negri fue mi maestra de piano durante los estudios superiores del Conservatorio Nacional de Música de Lima Perú. Fui afortunado en recibir calases con ella puesto que había estado retirada del centro durante algunos años y ese año la llamaron para impartir unas horas de forma honorífica. Hablé con ella y supe que era la persona que estaba buscando ya que aparte de su gran prestigio como profesora tenía un caudal inmenso de conocimientos de la vida y las personas, su implicación personal e interés han hecho que muchos alumnos hayan terminado sus estudios. Yo fui uno de sus últimos alumnos en graduarse y a partir de recibir clases con la Sra. Negri mi concepción de la música cambió por completo y es para siempre parte de mi vida. La música como arte, más allá de lo que puede ser la técnica o el correcto aprendizaje de una obra, me hizo conocer el aspecto humano subjetivo e indescriptible de la música y su acercamiento al instrumento siempre lo consideró como si fuera una parte más del cuerpo y de uno mismo y no un instrumento para ser tocado. Ese acercamiento tan especial me hizo valorar la música en otra dimensión en ese momento poco conocida para mí. Ella sabía que extraer de cada alumno y su tesón y manera de comunicar las cosas ha dado sus frutos alo largo de su gran trayectoria como maestra. Ella nunca se guardó nada para sí misma; todo lo que sabía lo comunicaba y se adaptaba al nivel de receptividad de cada alumno potenciando sus cualidades. Para ella no contaban las horas ni los días; me podía dar clases sin estar pendiente de un reloj o cualquier día de la semana aún domingo. Ella es el verdadero espíritu del artista donde el tiempo se hace nada si es para lograr un objetivo. Estoy muy agradecido con ella y cualquier elogio o reconocimiento es poco comparado con todo lo que ella nos ha aportado en nombre de la música. Mi mayor agradecimiento, cariño y admiración. FRANK TEMOCHE

CONSUELO ARRIARÁN

A Lucha Negri Mis recuerdos son tan frescos y nítidos como si todo hubiese ocurrido “ayer”… pienso que tal vez pasó solamente un día. El antiguo Conservatorio con sus escaleras de mármol, sus dos pianos, sus macetas con geranios, muy al estilo republicano. En esta casa musical, llena de coloridos sonidos caminaba con paso firme Lucha Negri, su mirada entre pícara y traviesa, y su cabello vaporoso al viento. El recuerdo de Lucha Negri en esta casa encantada; los sonidos del piano predominaban, aunque nunca veía a los pianistas y no se sabía pues sien realidad estarían interpretando el Andante Cantabile o el Andante con moto. Las clases de piano con Lucha eran toda una sesión o un ritual; combinamos muy bien el lenguaje musical con el verbal, susurrábamos en pianissimo las confidencias, nos reíamos súbitamente y ella mantenía el humor para entender mis “nevadas arequipeñas” Me he dedicado a la Educación Musical con mi compañero inseparable el piano; embelezada con sus sonoridades armónicas y me digo: “¿Qué sería de la pobre flauta sin el piano?”, o sin el piano no podríamos enriquecer nuestro oído con un acorde de Bela Bartok. A Lucha Negri la tengo asociada con las treinta y dos Variaciones de Beethoven; recuerdo sus indicaciones, tocar “con ternura”, en la variación dieciséis yo preguntaba y ahora qué hago, ella respondía “ahora te divides el cerebro en dos”, o en la variación treinta y uno “ahora empieza la trampa”…. Como mi deseo era “correr”, ella decía, “recuerda que para correr primero tienes que aprender a caminar “. Al hablar de temperamentos me describía muy bien al pianista tal “que era un témpano de hielo” o al director de orquesta, “que era muy intenso”. Mi agradecimiento a Lucha, que sigo sus consejos de caminar primero, de no ser témpano de hielo, de aprender a escuchar… Las “nevadas arequipeñas” continúan combinadas con la ternura de la cual tanto hablaba. Mi saludo muy sonoro por haberme ayudado a entender el lenguaje del piano. Con cariño, Consuelo Arriarán Barrionuevo

CARLOTA BRAVO

Evocando a Lucha: Me puedo calificar como una alumna “tardía” en tanto que no tuve la suerte de comenzar mi formación pianística con ella, pues mis propias circunstancias así lo determinaron. No obstante esta condición particular, llego a sus manos con todos los problemas y defectos pianísticos y musicales que ella supo, con extraordinario profesionalismo, corregir y resolver. Los años que estudié con Lucha fueron de aprendizaje vivo, intenso, pues yo tenía mucha premura y avidez por hacer bien las cosas: yo era profesora, pues era graduada en Educación Musical, y eso me exigía doblemente. Mi maestra sabía de todo esto y me valoraba, me orientaba y me hacía valiente a pesar de tantas dificultades personales; ella sabía de mis limitaciones, pero destacaba mis cualidades y resolvía mi autoestima. La majestad del maestro se evalúa así: generosidad, paciencia y tolerancia, ética e inteligencia y conocimiento de lo que enseña. Este es el perfil de mi maestra admirada y querida. Lucha se constituye para mí en un ejemplo de vida, sabiduría y grandeza. Su proyección se multiplica en nosotros, sus alumnos, pues su trascendencia va más allá de lo pianístico y musical, pues la relación humana que establecía con cada alumno le permitía entender el efecto multiplicador mediante el trabajo dedicado y cuidadoso, pues no sólo estaba formando a un pianista, sino a un futuro maestro y sobre todo, a un ser humano y que luego formará a otros seres humanos. Actualmente enseño la especialidad de Piano en el Conservatorio Nacional de Música y me siento proyección de lucha; percibo que logro, que me entrego y que doy lo mejor. Carlota Bravo 26-04-05